Creo a pies juntillas que la casualidad no existe y este es uno de esos casos que me hacen seguir en mis trece.

¿Qué probabilidades hay de que mientras esperas la llegada de la novia a la iglesia te encuentres a otra novia que viene a visitar el lugar para decidirse y acabe por contratarte allí mismo? Pues este es el caso de María.

Una boda clásica llena de emoción y amigos entregados para que su día sea perfecto.

Desde un primer momento, esta pareja desprende cariño y timidez al mismo tiempo. Emoción contenida que termina por estallar y salpica al resto de sus invitados.

Una preparación cuidada al detalle para dar a sus amigos y familiares un día de 10. Y es que en esta boda que comenzó el día anterior con un aperitivo en primera línea de playa, no faltaron extras.

Globos de corazones surcaron los cielos de Gijón desde la azotea del hotel Abba, pomperos, mensajes escritos para los novios y photocall de polaroid para que todos se fueran con su recuerdo… Y para mí lo mas difícil es que lo hicieron con tanto gusto que nada quedó recargado.

Todo hilado a la perfección con un estilo muy personal que hicieron que ese día fuese difícil de superar.